"El Carmelina cuesta de encontrar, escondido como está en un polígono industrial, y con su entrada trasera, que más parece entrar en un taller mecánico que en un restaurante. Pero el frontal lo cambia todo. Buen aparcamiento, cierto look elegante, mesas fuera y muchas más dentro. Comida italiana, pizza, pasta y más cosas, servicio amable y diligente, supervisado por un simpático hijo de sicilianos medio francés, medio italiano. Platos bien cocinados, vinos y cervezas, postres caseros. Todo ello a un precio justo, ni caro ni barato. Lo recomendamos sin dudarlo. Un consejo : réservé. Pas d'abre todos los dias. Estad atentos."