"Un complejo hotelero cuidado al detalle y pensado para no tener que salir de allí si no te apetece. Desde el clásico desayuno continental a los exquisitos pasteles de Joseba Arguiñano, el menú degustación o la rica barra de pinchos y raciones servidos en una magnífica terraza con vistas al mar, los deliciosos helados, prensa para leer, pan recién hecho para llevar, bolsas de dulces, txacoli. La habitación con vistas al mar impresionante. Un baño cuidado al detalle con delicadas fragancias para la ducha y la hidratación de la piel. Mini nevera, de pago, con aguas, refrescos y cervezas para emergencias o para tomar tumbada en las fantásticas tumbonas de la terraza privada. El personal de recepción, muy amable. Un poco menos los del restaurante, que quedan mal por no ofrecer un dulce típico a todos tus clientes, solo a algunos. Pero por poner algo (malo). Es como un resort perfecto para pasar unos inolvidables días al lado del mar y disfrutando de la gastronomía vasca. Enhorabuena al fundador y propietario y a la familia por este maravilloso enclave al que volveré en cuanto pueda."