"Un restaurante que siempre tiene colas para comer, lo había probado hace años cuando el local había abierto hace poco pero no había vuelto porque la verdad que me da pereza hacer cola para comer menú del día . No obstante, hoy fui porque mi acompañante quería comer ahí, así que fuimos temprano. Llegamos como a las 12:30 y cogimos el número 32. El sistema de cola puede ser un poco confuso: llegas, coges un número, y si quieres comer dentro del local y vas temprano como a las 12:30, no esperas mucho. Pero el local es muy bullicioso y nosotros al ir con un bebé de 3 meses en carrito optamos por sentarnos fuera). Si quieres comer en la terraza, que consta de solo 5 mesas, tienes que indicárselo al camarero que atiende fuera, porque él irá llamando números pero si tú quieres comer fuera y no hay mesa, siguen llamando a los siguientes números para dentro. Y en cuanto se libera una mesa en la terraza se suelen acordar de quién va el siguiente, o vuelven a preguntar a la gente que espera fuera cuál es su número, para determinar quién va. Un poco caótico (yo pondría 2 sistemas de números por separado) pero bueno, es lo que hay. Llegando a las 12:30, y siendo el 2o numero en espera, esperamos unos 10-15 minutos porque por suerte una de las mesas la ocupaba una señora desayunando. Si está todo el mundo comiendo, válvula unos 20-30 minutos por mesa al menos, porque la comida y el servicio no son tan rápidos como uno se esperaría en una cafetería de menús. Cuando nos fuimos a la 1:30 había muchísima gente esperando mesa fuera, es una locura, algunos no se sentarán a comer hasta las 4-5 creo yo! La carta (aparte del menú del día) es súper confusa y está en varios idiomas pero con traducción dubitativa. No les hace falta hacer el esfuerzo en mejorarla porque no les falta negocio. Ahora en cuanto a comida y porciones, muy generoso y con muchas opciones ricas. Pedimos un pure de berros muy bueno, una sopa de pollo normalita, y una paella de marisco que estaba bien sabrosa. De segundo pedimos carne de cabra (estofada) que estaba riquísima. El plato era gigante y venía cargadito de esa salsa de estofado salada pero sabrosa, para mojar pan! Por cierto los panes que te traen son gigantes, aunque no sean del otro mundo. Vienen con alioli. Las bebidas son de botella de cristal grande, que se agradece (odio las de 20cl que no te dan ni para el entrante). El postre (flan) estaba muy rico y también generoso de porción. En fin, que por 11,50€ y para estar en primera linea de playa, se come muy bien y barato. La combinación del precio, cantidad, y localización es lo que hace este restaurante tan popular y con tantas colas los fines de semana al mediodía!"