"VOY A DIVIDIR LA RESEÑA EN DOS PARTES, POR QUE NO ME DA. La llegada al antro es de lo más lujoso y exclusive, excepto por la falta de portero/aparcacoches. Nos indicaron la ubicación del parking por teléfono y tuvimos trabajo en encontrar el sitio para comer, tuvimos que perseguir a toda prisa a miembros asiáticos del personal para encontrarlo al fin. El servicio fue sin duda lo mejor del lugar: atentos a nuestras necesidades, serviciales, amables y divertidos. Nos dieron buenas vibras y aportaron sabiduría a nuestra interacción con el famoso futbolista brasileiro (continuar leyendo para saber más). Un camarero vió como me quejaba de mis dolores lumbares desde 7 metros de distancia, vino corriendo bajando las escaleras como usain bolt, y sacó un cojín de la nada para colocarlo y así aportar comodidad en mi asiento, ningún hombre se había preocupado tanto por mi columna. La comida, lo más desastroso del lugar. Para ser un restaurante de gran lujo, parecía sacada de la sección de congelados de Alimentos Mari. Burrata amb tomàquet, vinagreta amb ametlles torrades, all i alfàbrega: La burrata era de buena calité y fue, sin duda, el mejor plato que pedimos. Se notaba perfectamente en su sabor que era recién importada de la antigua granja italiana de las primeras décadas del siglo XX dónde Lorenzo Bianchino inventó la Burrata. Al probarla, mi cuerpo se transportó a Italia. Los tomates, eran del tamaño perfecto oscilando la yema de un dedo y una pelota de golf, rozando una forma esférica y ligeramente obolonga. Su color era rojo intenso, tan rojo que despertó en mí una pasión que jamás había sentido antes. Bunyols cremosos amb Pernil Ibèric 100%: Voy a destapar el plato que se esconde detrás de esta denominación LUX. Para empezar las croquetas parecían ovnis, no sabía si estaba comiendo croquetas, o UFOS de chuche (inserto fotos a continuación). Los buñuelos, que parecían hechos con un sacabolas de helado, estaban más secos que una suela de zapato. Algunos estaban calentitos y otros estaban igual de fríos que la nieve del Polo Norte, cada mordida era una no tan gratificante sorpresa. Son todo mentiras, no eran nada cremosas, ni encontré una sola unidad de jamón en su interior, igual se camuflaron con toda la pasta congelada, pero fui engañada y estoy en tratamiento psicológico desde entonces."