"Un auténtico robo. Ni por calidad, ni por cantidad ha valido la pena. Un carpaccio de gambas insulso, unas vieiras aceptables y una lubina salvaje, pero no por su origen, sino por su precio, 30€ por una pieza irrisoria y, una cuenta de de 108€ que duelen y, no porque no los tengamos, sino porque no lo vale. A todo esto se le suma que la en la servilleta nos hemos encontrado un chicle enganchado y el camarero al que se lo hemos dicho “ha escurrido el bulto”. Mucho postureo y poco futuro le auguramos a este restaurante pésimo. Solo se salva un camarero argentino que nos atendió."