"Este establecimiento proyecta una imagen de moda, situada entre restaurantes y otros bares en la urbanización Bonalba. En términos del personal y clientela, hay un ambiente claramente internacional: un barman colombiano y una anfitriona rusa cuya disposición excesiva a practicar su inglés en cada oportunidad da lugar a algunos “diálogos humorísticos, si no surrealistas.Aun así, nos apegamos al español y pedimos un gintonic de Hendricks y un ron y cola de La Habana. Por cierto, hay un montón de opciones de licor premium. Las bebidas fueron acompañados por un platito de patatas fritas.Un tiempo más tarde, el barman nos trajo una pizarra de tapas gratuita de chorizo y rodajas de salami, presumiblemente diseñada para animarnos a pedir más bebidas. Poco después, permanecía y usó gestos y/o lenguaje de señas para minimizar sus palabras al preguntar si queríamos más bebidas. Uno podía sentir su decepción casi palpable cuando hablamos para declinar. Aparte de no querer inflar la factura de 14€ hasta 28€, nos habíamos cansado de las bromas algo ebrias entre los alemanes y la rusa empleando inglés como una lengua franca, parecido a ejercicios de juego de rol en un curso intermedio de inglés, divertido como lo era."