"Lamento mucho ser el primero que opina de forma negativa, pero para todo hay una primera vez, y muy a mi pesar, seré yo quien lo diga. Recomendé el lugar a mi mujer, ya que trabajo en Mataró y he ido en varias ocasiones. Hasta aquí bien. Ella vino expresamente a Mataró para conocer el lugar y nos personamos allí con nuestro hijo de un año. Después de caminar durante un rato llegamos, y pudimos coger la única mesa libre que había, justo al lado de la entrada. Ahora viene lo bueno. Nos acercamos a la barra para enseñarle los pasteles a mi mujer, y de paso saludar a la dueña. Ella nos ve, o sabe que estamos ahí ya que mi hijo grita un poco y nos escucha deliberar sobre pasteles que hay en el mostrador. Sin embargo la dueña no levanta la cabeza ni para saludar. Entendemos que está muy ocupada y nos sentamos a esperar a que nos atienda. Pasan 10 minutos y no viene, atiende a otra mesa, se acerca a la muestra a recoger cosas de una mesa que acaba de vaciarse, no nos mira, y mi hijo sigue jugueteando (no pasamos desapercibidos) y nosotros buscándole la mirada. Mi mujer se levanta y se acerca a la barra de nuevo pero la dueña la IGNORA. 20 minutos llevamos y ni una toma de contacto, ni un “ahora os atiendo”, “tengo mucha faena esperad”, de hecho ni un saludo. Es más, ni nos miró sabiendo que estábamos ahí. A los 25 minutos nos levantamos y nos vamos. En ese lapso de tiempo de levantarnos, meter al niño en el carro, vestirnos las chaquetas, nos ven todos los clientes menos ella (la miramos constantemente sin dar crédito a que ella nos siga ignorando). Total, nos hemos ido muy decepcionados y con mal sabor de boca a pesar de lo aparentemente dulce del lugar. No volveré, y no pienso recomendarlo. Lo lamento, pero no he podido evitar escribir esto. Si la dueña ve que no acapara su clientela que contrate a personal, pero es un despropósito lo que aquí ha sucedido."